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Entrevista a Beatriz Pedrosa

variedad de propuestas y técnicas de intervención. Aquí es donde se encuadraría la estimulación cognitiva.

  ¿A qué otro tipo de pacientes puede aplicarse?

 La estimulación cognitiva es una técnica de intervención que se utiliza en muchos y muy muy diversos campos,
no sólo en el ámbito de las enfermedades neurodegenerativas. La diferencia radica en los objetivos, que varían
en unos campos u otros.

  Citando a la profesora Julia García Sevilla, “cualquier capacidad humana se caracteriza, entre otras cosas, por
poder ser mejorada a través de la experiencia y la práctica”. La estimulación cognitiva como técnica pretende
optimizar la eficacia, es decir, sacar el máximo rendimiento, del funcionamiento de las distintas capacidades y
funciones cognitivas. Por tanto, puede ser aplicada a cualquier individuo, puesto que cualquiera de nosotros po-
demos mejorar nuestras capacidades para ser más hábiles y diestros, nos dice García Sevilla.

 Se aplica en ausencia de síntomas en la infancia (programas de estimulación temprana), la tercera edad (talle-
res de memorización y similares) educación (técnicas de estudio) deporte (optimización del rendimiento) etc.

 Y más allá, adquiere un objetivo terapéutico en aquellos ámbitos y situaciones donde se presentan alteraciones,
déficits, retrasos o deterioros cognitivos: (trastornos psiquiátricos, del, daño cerebral/traumatismos/accidentes
cerebrovasculares, discapacidad, trastornos del desarrollo del lenguaje, psicomotor, dificultades de aprendizaje,
demencias, etc.)

  Dependiendo de la fase de la enfermedad, ¿se trabaja de una forma diferente con los usuarios?

 Sí, y este es un punto básico. La Estimulación cognitiva es un proceso individualizado y adaptado, no existen
casos generalizados, debe partir de un análisis detallado dirigido a establecer las capacidades preservadas o
deterioradas en cada persona, debe incluir una valoración neuropsicológica y la detección de otras variables
además de las cognitivas que puedan ser relevantes para la obtención de los objetivos planteados en el programa
a aplicar.

 Las actividades pueden realizarse de forma individual o en grupo, no tienen una duración en el tiempo determi-
nada (es decir, que suelen prolongarse a lo largo del proceso de la enfermedad) tienen en cuenta las capacidades
reales preservadas y suelen incluir la participación de los familiares o cuidadores en el proceso.

 ¿En qué consiste esta intervención?

 Se basa en la articulación de los Programas de estimulación, donde se planifican y desarrollan de forma sis-
temática y estructurada, actividades, ejercicios y tareas con la presentación de estímulos de distinto nivel de
complejidad adaptados a las características de cada una de las personas que recibe el programa. Durante toda
la intervención es imprescindible la flexibilidad adaptándose a las distintas situaciones y cambios que se van
produciendo.

 Hay un punto que me gustaría resaltar. En el caso que nos ocupa, el de las enfermedades neurodegenerativas,
popularmente se cree que la estimulación cognitiva sólo está indicada, o solo tiene “resultados” en las primeras
fases del proceso, pero lo cierto es que puede ser aplicada en cualquier estadio de la enfermedad. Hay muchas
formas de estimular, sólo hay que adaptar la técnica a cada caso y momento concreto (la estimulación puede
variar desde los ejercicios más o menos complejos hasta la estimulación sensorial básica: masajes, colores, soni-
dos, caricias, etc. en las fases más avanzadas de la enfermedad, por ejemplo.)

  ¿Sirve la estimulación cognitiva para diagnosticar la enfermedad?

 Yo diría que más bien sirve para detectar los primeros síntomas. Sirvan como ejemplo los talleres o grupos de
personas mayores sin patología que desarrollan actividades de entrenamiento cognitivo – conocidos popular-
mente como talleres de memoria-. En este contexto, el especialista que los imparte a través del contacto con los
participantes y los procesos de valoración y/o evaluación de las tareas, es capaz de detectar cambios o la apari-

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