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La Dislexia
tivas específicas, suelen presentar un alto grado de fatigabilidad. Por esta causa los aprendizajes de lectura y
escritura le resultan áridos, sin interés, no encontrando en ellos ningún atractivo que reclame su atención.
Desinterés por el estudio. La falta de atención, unida a un medio familiar y escolar poco estimulantes, hacen que
se desinteresen por las tareas escolares. Así, su rendimiento y calificaciones escolares son bajos.
Inadaptación personal. El niño disléxico, al no orientarse bien en el espacio y en el tiempo, se encuentra sin
puntos de referencia o de apoyo, presentando en consecuencia inseguridad y falta de estabilidad en sus reaccio-
nes. Como mecanismo de compensación, tiene una excesiva confianza en sí mismo e incluso vanidad, que le lleva
a defender sus opiniones a ultranza.
Detección de la dislexia
Aunque en una edad temprana existen ciertos indicios de que un niño pueda tener dislexia, no podemos ase-
gurar que realmente se trata de una dislexia hasta que el niño llega a enfrentarse con el mundo de los símbolos,
que ya suele ser en Educación Primaria.
En la etapa de los 7 años los síntomas más habituales son:
· Omisiones, sustituciones, inversiones, distorsiones o adiciones de letras, sílabas y/o palabras;
· Rectificaciones, lectura lenta con vacilaciones, silabeos y pérdidas de la línea;
· Falta de comprensión lectora debido al sobreesfuerzo del/la alumno/a para descodificar los símbolos.
En niños/as entre 2º y 3º de Primaria (algunos/as pueden ser repetidores) podemos encontrar una mayor
dificultad en relacionar ciertas letras con sus sonidos correspondientes, por lo que la lectura sigue siendo dema-
siada lenta e insegura para su edad.
Durante los cursos de 3º y 4º de Primaria los/as alumnos/as han podido aprender dichas correspondencias,
pero debido a la gran dificultad y sobreesfuerzo por automatizar la lectura de sílabas, la lectura continúa siendo
muy laboriosa y lenta.
En los cursos superiores el alumnado afectado puede presentar problemas en reconocer palabras completas,
por lo que su lectura tiene que realizarse muy despacio para poder leer correctamente. Sin embargo, puesto que
el grado de exigencia es mayor, su lectura debe ser más exacta y más rápida de lo que en realidad puede ser. La
consecuencia suele ser que debido a la presión el alumno modifica su lectura, abandonando la lectura secuencial,
por ser muy lenta, y comienzan a utilizar el procesamiento de pistas fonéticas parciales y ortográficas globales,
pero incompletas, además de servirse de la adivinación que no siempre les da el resultado esperado.
En consecuencia, los errores aumentan, la ansiedad empieza a hacerse más notoria, puesto que ellos mismos
se dan cuenta de que su nivel lector no es como el esperado. Tampoco entienden por qué ellos no pueden leer
como el resto de sus compañeros. Las tareas se eternizan y el rechazo a todo lo que tenga que ver con el estudio
va aumentando de tal manera que fácilmente puede desencadenar en fobia escolar.
Por todo ello, queremos nuevamente hacer énfasis en la importancia que tiene, por un lado, el diagnóstico pre-
coz de la dislexia, y por otra, la buena disposición del adulto para intentar comprender a los niños que pueden
estar sufriendo en nuestras aulas y en nuestros hogares debido a la poca información que manejamos de estos
fenómenos.
No debemos caer en los clichés de tachar a un niño que presenta dificultades de vago, torpe, inútil, inmaduro,
puesto que con ello solamente vamos a destruir el desarrollo saludable de su personalidad, y no vamos a conse-
guir nada. Siempre debemos tener presente que un niño es por naturaleza despierto y curioso con su entorno,
siempre está abierto a hacerlo lo mejor que pueda para complacernos y satisfacer su instinto innato de llegar al
conocimiento, y que para ello necesita y busca nuestra aprobación y motivación.
Fuentes: www.ladislexia.net, Saludalia, Dislecan. 24