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Entrevista a

silla, con apoyos, con tacos, de muchas formas si el practicante tiene
movilidad reducida.
 Con personas con autismo, que suele haber mucha desconexión con
ellos mismos, con su cuerpo y con lo que les rodea, el yoga les hace to-
mar conciencia de lo que dicen, de cómo se mueve.
 También trabajamos con personas con anorexia, personas con cáncer,
con fibromialgia... Como vemos a las personas como un todo, el diag-
nóstico nos importa poco. Nos importa para saber por dónde tenemos
que ir para saber cómo sacar la práctica, pero nosotros miramos a la
persona.

 Vamos a un caso práctico, ¿de qué forma una persona con daño
cerebral puede hacer yoga?
 En el caso de daño cerebral, con movilidad reducida, la persona tra-
baja la práctica y se trata de que la persona “recablee” su cerebro, por
así decirlo, es consciente de cómo se le está movilizando el cuerpo, bien
lo puede mover él dependiendo del grado de afectación o de manera
inductiva tú le realizas los ejercicios o le ayudas a hacerlos. A través de
la manipulación física y del tacto, la persona vuelve a reconectar su ce-
rebro con la movilidad del cuerpo. Nuestro trabajo consiste en devolver
esa conciencia, que reconozca su cuerpo.
 Por eso también podemos trabajar con personas con paraplejia o he-
miplejia.

 En estos casos son sesiones individuales, ¿se puede trabajar en grupo?
 Dependiendo del grado de afección de la persona se puede empezar de forma individual, pero lo ideal es que
posteriormente pueda ser grupal, porque el yoga es una maravillosa herramienta de integración. Cuando al-
guien practica yoga y luego ve que otros experimentan lo mismo, se produce una gran empatía, un respeto muy
profundo por los otros.
 Por ejemplo, con autismo se trabajan bastantes sesiones individuales, pero el objetivo es que integren en otras
clases de yoga y que también lo trasladen a otros ambientes, como la casa, la escuela, etc.

 En daño cerebral, vamos a introducir una novedad como son las sesiones en familia, en la que cada persona
viene con un acompañante que aprenderá a hacer lo que yo voy indicando. Como es un trabajo inducido, en el
que la persona recibe los movimientos, lo vamos a hacer en grupo y en familia.
 Las personas con síndrome de Down son los que más fácil tienen integrarse en un grupo, porque a nivel adapta-
tivo tienen muchas ventajas. A nivel físico pueden tener hipotonías o dificultades respiratorias o digestivas, pero
la parte social la tienen muy desarrollada.

 Dadas las dificultades que tú tuviste para formarte en España, ¿realizáis vosotros ahora labores forma-
tivas?
 Sí, efectivamente. Este es el cuarto año que hacemos formación en Madrid. Yo de manera particular viajo a otros

lugares de España para formar, como Barcelona, Valencia, Málaga. Cada vez veo más interés.

 Después de todos estos años en contacto con estos colectivos, ¿qué respuestas soléis recibir por su par-
te o la de sus familias?
 La respuesta es muy emocionante y muy gratificante. Ves niños que no manejan nada sus emociones y que de
repente la madre te dice que esa semana el niño ha estado nervioso y se ha ido a su cuarto a respirar o que canta

“om” él solo o se pone a hacer yoga con los amigos del colegio.

 Cada niño que me llega es como un viaje en el que vamos juntos, sin expectativas. Yo estoy abierta a aprender,

porque ellos tienen mucho que enseñar, y ellos a recibir. Todos los niños que me llegan, me marcan.

Más información:
Yoga Especial

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