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Primera salida en Santander
Con el movimiento, los nervios fueron amainando, ya podíamos caminar y hablar por turnos.
Hacia un día precioso con altas temperaturas, diseñamos un trayecto que fuera por la sombra
y a un paso de paseo, sin prisas, disfrutando la nueva imagen de la ciudad, que a esas horas
mostraba a viandantes con sus mascarillas, tiendas abiertas, supermercados con cola de per-
sonas dispuestas a realizar las compras, paseantes como nosotros y todo desarrollándose en
un ambiente de plena normalidad acorde con el periodo que estamos viviendo.
Paramos en una terraza a descansar y tomarnos nuestro café mañanero o té, tal y como lo
hacíamos cuando estábamos en la delegación, esperamos nuestro turno a ser atendidos y que
nos distribuyeran en las mesas para así mantener las distancias de seguridad. Charlamos, nos
pusimos al día de nuestras cosas y la felicidad por el reencuentro era plena.
Al terminar decidimos acudir a uno de los parques cercanos a disfrutar de la vista de la bahía y
brisa del mar pues la temperatura iba en aumento. A la sombra de los árboles realizamos nues-
tra rutina de gimnasia, recordando así los pasos y ejercitando un poco más nuestro cuerpo que
se resentía al volver a ser movido después de tanto tiempo sin actividad constante.
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