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Alzheimer
lución de la paciente y registró todos los cambios en su comportamiento y su estado de salud. Hasta que Auguste
murió en 1906 y Alzheimer pidió que le enviaran a Munich (Alemania) todos los informes médicos y el cerebro
de la paciente. Seis meses después, en una conferencia de psiquiatras celebrada en Tübingen, ofreció una con-
ferencia que se puede considerar histórica: Una nueva enfermedad grave característica de la corteza cerebral.
En ella no se daba una definición de la enferme-
dad, pero sí se ofrecía un detallado catálogo de
los síntomas y características de esta dolencia.
Alois Alzheimer Sin embargo, el detallado historial clínico de
32 páginas realizado por Alzheimer se perdió y
no fue encontrado hasta 1995, gracias al tesón
de los docotres Konrad Maurer, Stephan Volk y
Hector Gerbaldo, que dedicaron dos años a su
búsqueda y que finalmente lo hallaron en uno de
los sótanos del centro psiquiátrico en el que se
encontraba Auguste Deter. En una vieja carpeta
azul, según publicaron en The Lancet hallaron
cientos de anotaciones, la transcripción de las
entrevistas entre Alzheimer y su paciente y va-
rias fotografías de Auguste. Y los resultados de
la autopsia de su cerebro, lo que permitió loca-
lizar la enfermedad por la multiplicación de las
“placas” en algunas zonas del cerebro y por la
presencia de una sustancia en el córtex cerebral.
Y hasta hoy, estos dos elementos denominados
placas seniles y proteína beta-amiloide, conti-
núan siendo los dos focos en los que la ciencia
se centra para intentar frenar esta implacable
enfermedad de nos priva de la memoria. Todavía
una gran desconocida.
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