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Editorial
¡Enhorabuena, chicos!
Se llaman Raúl, Bea, Antonio y Alex. Son usuarios de Fundación AFIM Salamanca y a finales de junio recibie-
ron el diploma que acreditaba la superación del primer curso de UniverUSAL, un proyecto pionero de la Uni-
versidad de Salamanca en el que participan personas con discapacidad intelectual o con enfermedad mental.
Un total de 30 alumnos han podido asistir a estas clases, impartidas por profesores universitarios, que les
han ofrecido un variado conjunto de temas humanísticos, científicos, históricos y artísticos desde una pers-
pectiva de promoción de la salud vital y actual.
UniverUSAL ha sido para ellos una oportunidad única de acercarse a los estudios universitarios, una opción
alejada para ellos si no fuera por esta iniciativa en la que también ha colaborado el Ayuntamiento de esta
ciudad y las entidades que forman parte de la Promoción de la Salud en Discapacidad Intelectual y Salud
Mental.
El nivel educativo de las personas con discapacidad continúa siendo comparativamente bajo respecto al de
personas sin discapacidad. Actualmente las personas con discapacidad sólo están representadas en un 1,7%
en los estudios universitarios de grado y el porcentaje es aún inferior cuando hablamos de estudiantes de
máster (1,2%), posgrados o doctorados (0,9%).
Sin embargo, en los últimos diez años el número de estudiantes universitarios con discapacidad casi se ha
triplicado, pasando de 8.230 en 2008 a 22.193 en 2018, lo que supone un 1,5 % de los alumnos universita-
rios.
Vamos mejor, está claro; pero aún queda camino por recorrer, a pesar del esfuerzo realizado por las univer-
sidades españolas para mejorar el acceso de este colectivo con necesidades especiales (casi el 50% elige una
formación superior no presencial), es necesario adoptar medidas que reduzcan el abandono escolar y que
fomenten su participación en el ámbito universitario.
Y por su parte, ¿qué reclaman los alumnos universitarios con discapacidad? Según la red de trabajo de
CRUE (Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas), los alumnos reclaman “que se dé más rele-
vancia a su inserción profesional y laboral, flexibilizando los períodos y horarios de prácticas en empresa o
que se ofrezca la posibilidad de realizarlas una vez finalizados los estudios. También reclaman que se impul-
se la coordinación y comunicación entre las áreas de empleo y de apoyo a personas con discapacidad y que
se promueva su movilidad internacional”.
Sigue el reto de la educación inclusiva. Falta mucho, pero cada día mejor.
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